sábado, 12 de agosto de 2017


Alguien me dijo que si no veía al menos una de las series que hoy están de moda, me estaría perdiendo lo mejor de este siglo. Por aquella época no tenia mucho tiempo para sentarme a ver series, era consciente que había que dedicarle varias horas de corrido. Breaking Bad era la serie mas comentada en ese momento. Haciendo zaping logre ver algunos capítulos pero comprendí que el disfrute estaba en verlas de un tirón, sin interrupciones, así que desistí de seguirla y continué con mi rutina. Los tiempos habían cambiado y había que alinearse a estos nuevos formatos. Pero como todo lo que nos rodea es inestable, ahora dispongo de algunas horas (Digamos que tengo un trabajo mas flexible en cuanto a los horarios.) para dedicarle unas horas a estos seriales y seguir aquel consejo de no perderme lo mejor del siglo XXI. Recuerdo que durante aquella época en la que andaba con el control en la mano, contento de al menos contar con un "Tiempito libre para mi" una película llamo mi atención, en realidad se trata de una serie me explico un compañero de trabajo. El magnetismo del personaje principal, la forma de urdir los discursos, ese conjunto de detalles ambiguos que construían su personalidad, llamo al instante mi atención. Quién era Frank Underwood? 
Hoy llevo vistas dos temporadas de House of Cards, hace unos minutos acabo de levantarme después de estar casi todo el día tumbado en la cama contemplando como este personaje teje los hilos de poder, "Hilos del poder" una frase hecha pero nunca tan efectiva, pues en política pareciera que todos estuvieran atravesados por el mismo hilo y bastaría que alguien tire de el para dejarlos aprisionados como muñecos de trapo.
Frank es el nuevo presidente de los Estados Unidos, que pasara con el país mas poderoso de la tierra? Si, ya se. Ando algo atrasado con los capítulos, llegue algo tarde, pero prometo ponerme al día.  

sábado, 13 de mayo de 2017



DAVID

Diciembre del año 2015, en unos segundos la red se carga con los primeros comentarios sobre el “Despertar de la Fuerza”. Sandro y Fernando quedan en verla al día siguiente para evitarse las colas. Algunos comentarios indican que la saga retomaría el estilo de la trilogía inicial, incluso los viejos Leia, Luke y Han Solo tendrán algunas escenas.  A Sandro no lo entusiasma lo que lee, pues las anteriores películas que buscaron devolverle actualidad a la saga habían sido un fiasco. “Una historia mal contada con exceso de efectos digitales.” Así las definió, la línea más dura de fanáticos. De todos modos Sandro había dejado de ser un fanático y solo iba al Centro Comercial Arenales para escapar unas horas del tráfico, comerse una hamburguesa con papas al hilo y mirar las exhibiciones.

La luz que irradia la pantalla similar en tamaño a un libro de bolsillo, los mantiene alucinando.  “Quiero que veas esto” le dice Sandro en voz baja. Fernando quiere voltear pensando que tal vez en su ausencia, mientras cenaban en El Farolito, alguien se ha subido a esperarlos y esta despatarrado en el asiento trasero, una fémina impaciente que ha decidido esperar en el auto para ahorrarse la vergüenza de entrar a ese antro que ellos llaman El Farolito, cueva de galifardos en donde se come toda clase de menudencias guisadas y en donde respondiendo a un deseo atávico,  Fernando las engulle con placer cada vez que tiene la oportunidad de sentarse en una de sus mesas; Sandro en cambio más refinado en sus costumbres alimenticias pide solo frituritas. Pero no, atrás no hay nada más que un asiento desvencijado por el uso, restos de comida y de huellas dactilares. Los conocidos ahora son inubicables, que lastima piensa Fernando y haciendo ademán de sorpresa cierra los ojos a la corriente de emoción en formas de chispas de saliva que Sandro va disparándole en la cara mientras le explica las funciones de su nuevo celular, ignora que a su partenaire los jugos del mondongo guisado aún le sazonan los pensamientos y que sus explicaciones además de inteligibles quedan rebotando en la tierra baldía en que se ha convertido su cuero cabelludo, entonces él, su amigo, Fernando, incomodo mas no indiferente por lo que va sucediendo, toma distancia y le responde que recién ha comido y que ver esas imágenes le malogra la digestión. En su fuero interno la situación es otra, su personalidad aunque timorata se arma de valor para evitar que sea reducido a un vulgar voyerista, prefiere husmear en privado y no exponerse. Mejor bajo la ventana para respirar el fresco de la noche, piensa evocando la imagen vivaz de un perro que en pleno viaje saca la cabeza por la ventana para lamer el aire. Ajeno a lo que ocurre a su alrededor, Sandro se concentra en dejar atrás los preámbulos aburridos del video. Las huellas de sudor que van dejando sus dedos opacan las imágenes. “Aca, aca” dice y sopla sobre la pantalla. Intenta borrar sus huellas y no hace más que agregar saliva a la grasa que dejaron sus dedos. “¡Puta madre justo ahora!” La ventana que contiene el video desaparece en su intento de querer limpiarla con la manga de la chompa. “Y ahora como regreso” Sandro el amigo libidinoso apreta el icono de Youtube guiado más por instinto que por un conocimiento tácito del asunto, la pantalla se vuelve a iluminar y la protagonista del video reaparece lamiéndole el glande a su co-protagonista. Feliz de tener un problema menos que solucionar observa con lascivia la piel brillante de la actriz. Una rubia con facciones de niña, con el busto no tan desarrollado, pero de caderas anchas y de glúteos extremadamente grandes. Sandro tiene predilección por cualquier superficie blanca, no le interesa profundizar en su contenido mientras esta le transmita una sensación de pulcritud. Cuando la línea roja que indica la duración del video llega al final, vuelve a deslizar sus dedos por la pantalla para abrir Facebook. De regreso y contrariado porque el “Fresco de la Noche” más que refrescar le llenó las fosas nasales con efluvios de pescado podrido, Fernando retoma su puesto de copiloto. Algunos Facebook tiene el acceso restringido, otros en cambio son más accesibles y publicaban fotos de viajes, reuniones de cumpleaños, todos muy felices como si sus vidas fueran una continua celebración.  Las únicas cosas tristes publicadas en el Face son réplicas provenientes de alguna noticia que ha concitado el interés público por lo peculiar o porque tienen algún tipo  de conexión con su entorno. Los primeros mails que enviaron parecían mensajes encriptados, con algo de vergüenza por su incapacidad tecnológica pidieron ayuda al encargado de las cabinas, un tipo que se abotona las camisas hasta el último botón del cuello y se pasea por la avenida  de la mano de una joven que al verlos da un giro brusco de cabeza, cubriendo con  su cabello negro la imagen terrible de sus figuras. Confundidos se miran el cierre del pantalón, por si en un descuido lo han dejado sin cerrar. El encargado, aburrido de lo que al principio le pareció una gran idea, dejó a un lado su tablilla y con sarcasmo y diligencia hipócrita los dirigió en la creación de su primer correo electrónico. Luego, tras unos minutos, con algo de pena por estar frente a dos incapacitados sociales, de manera menos afectada continuo dictandoles los pasos para enviar emails. Esa fue la primera y única vez que hicieron contacto con aquel personaje que vieron desfilar tantas veces por la avenida de su barrio. Algo tenían esas camisas abotonadas hasta el cuello que ellos nunca pudieron descifrar, algo había en ese tronco erecto que se proyecta siempre hacia adelante como la proa de un barco, algo había, pero no sabían que. Al comienzo sus incursiones en el Chat fueron patéticas. Cómo interactuar con alguien que no estuviera frente a ellos? Solo cuando la tecnología se fue volviendo más accesible pudieron disfrutar de sus beneficios como ahora que la pornografia se ponía a tiro de mano. Mientras exploraban se acordaron que Memo había estudiado en el Santa Mariana y conocía a varios de los que por aquel entonces eran integrantes de los grupos más populares de Zarate. Buscaron en los amigos que acumulaba su cuenta. Rodrigo Montaño fue al primero que reconocieron. La mayoría de las imágenes que publicaba en su Face eran memes y no había continuidad en sus publicaciones. En uno de los memes aparecia el Mad de las historietas esnifando lineas de cocaina. Fernando trató de explicarle a Sandro quien era Mad, pero Sandro no tenía registro de aquel personaje. Solo encontraron dos fotos tomadas en una reunión de cumpleaños en las que un Rodrigo algo barrigón y con el cabello peinado hacia atrás le hace muecas a la cámara. Fernando no logra cruzar las imágenes del antes y después de Rodrigo. El hombre de las fotos es muy distinto al Rodrigo que recuerda. A pesar que entre ellos nunca hubo una amistad, el recuerdo de una tarde en que lo vio con sus jeans rotos en las rodillas, la polera amarrada a la cintura, parado en una de las esquinas de la avenida Chimú, fue suficiente para rodearlo de su admiración. ¿A quien estara esperando? Se preguntó haciéndose el disimulado mientras ojeaba las novedades del puesto de periódicos. Al rato apareció una joven de cabellos castaños. Se dieron un beso en la boca y se fueron cogidos de la mano. Parado fuera del escondite que le ofrecía el puesto de periódicos, Fernando se quedó observandolos hasta que la pareja se convirtió en una silueta borrosa. En aquel entonces Fernando tenía el pelo tieso y estaba algo rechoncho, jugaba a la guerrita con lanza chapas y disfrutaba haciéndose el muerto cuando una bala imaginaria impulsada con saliva le atravesaba el cuerpo. “Que feo se ha puesto ese”, dijo Sandro refiriéndose al Rodrigo actual. Luego bostezo y volvió al listado de amigos para seguir buscando. ¡Mira! le dijo punteando otra vez con saliva la pantalla del celular. (Habia encontrado a una de sus ex - enamoradas.) Marly desde un lugar cubierto de nieve. Lleva una casaca de invierno de esas que imitan los abrigos de esquimal. A sus espaldas se vislumbra un bosque. Aunque algo pálida, tiene un aspecto saludable. El gringo que la acompaña la rodea con los brazos. Tiene la cabeza apoyada en uno de sus hombros. La sacudida inicial que pareció por un momento convertirse en algo gratificante ha devenido en un hincón intestinal que lo ha llevado de manera disimulada a frotarse la barriga. Mudo de dolor, empieza a leer los comentarios, todos efusivos y aprobatorios. Ja, Ja, borrado por completo de aquella vida. Una voz remota se amplifica en su interior conforme la visión del recuerdo se va configurando en su totalidad. “Metelo mas fuerte, mas fuerte amor…” su mano se desliza de la barriga hacia la entrepierna, el cambio repentino en su ánimo refresca el ego ya bastante reseco y a veces hasta inservible, avivado agrega un comentario. “Te acuerdas cuando me gritabas que te lo metiera mas fuerte…” una risa guasona algo rezagada por la reciente parálisis le impide celebrar el momento. Borra lo escrito y escribe otro nombre en el buscador de contactos. Fernando quien acaba de salir del tunel de sus recuerdos con tela de arañas adheridas a la ropa seguira regurgitando imágenes del pasado hasta en el sueño que se le viene, y cuando despierte otra vez como en las últimas anteriores ocasiones, se le hara dificil recordar lo que ha soñado, procrastinando todo, otra vez, sin resultado positivo porque los lóbulos están llenos otra vez de imágenes y pensamientos recientes que esperan analisis y reflexion, y otra vez todo se repite de nuevo, hasta que varias semanas después de esta noche a la que nos estamos refiriendo en este cuento ¿no?, recuerda que esta fue la última vez que habló con su amigo, y que por un desacuerdo de opinión disputado a última hora, una cuestión digamos de lealtad hacia una tercera persona, una fémina para ser más exactos ellos: Sandro y Fernando dejaron de hablarse, quien sabe, como dicen:  “Para siempre.”, y no pudieron asistir juntos a ver “El Despertar de la Fuerza” y esta contrariedad aunque inofensiva se sumaría a la lista de recuerdos que los haría recordar esta fecha y preguntarse ¿Qué fue lo que pasó? Pero esta noche, en la que ambos se han quedado sentados haciendo, dicen, la digestión y Sandro con voz callada, ha dicho “Quiero que veas esto…” y sacandosela del bolsillo le ha extendido la pantalla de su nuevo celular y lo primero que aparece es Alexis Texas vestida de profesora, con un mandil de enfermera a punto de estallar por la potencia de su cuerpo. (Mejor debió llamarse Alexis Tetas pensó Fernando al segundo de verla en accion.) Ademas de la lujuria primigenia y en formato impreso que se instaló en su vidas cuando tuvieron acceso cada uno por su cuenta a las revistas pornograficas que los adultos escondian bajo el colchón o en la ruma de diarios pasados, existen además otros motivos de apariencia engañosa y a veces rudimentaria pero no por ello menos importante que los motiva además de la pornografia que ahora, como indicamos unas líneas arriba está a tiro de mano; decíamos que hay una melodia en apariencia inofensiva encastrada en las circunvoluciones de sus cerebros que ha motivado a estos amigos a quedarse estacionados un rato mas del acostumbrado, fuera del establecimiento de comida, ignorando sobre todo las miradas del vigilante nocturno que a pesar que los conoce por la frecuencia con la que acuden a comer, y por la amabilidad que desborda cada vez que los ve llegar piensa muy sincero y muy serio, que son un par de lacras humanas, imposibilitado no sabe bien por qué, de medio cerrar los ojos y medio dormir todos los minutos que pueda antes que amanezca; pero no, decíamos que tampoco es el soundtrack de Star War que Sandro minutos antes de recoger a Fernando mientras lo esperaba aparcado frente al edificio donde esté alquila una habitación, ha instalado como ringtone en su nuevo celular escogiendo entre todas las opciones el tema de Han Solo y la Princesa Leia, el mismo que cambiara una semana después entre los minutos de espera en una estación de servicio por una Fanfarria Rebelde más acorde con su espíritu burlón deteriorado por la reciente parálisis debida a un exceso de estress o a un virus que flota en el ambiente, entonces, como llegando al final de este tramo, y para evitar un final abrupto, cierro los ojos a este rayo de luz disparado por mi cerebro, y veo a Fernando veinte años atrás urdiendo el engaño. Nervioso, metiendo en una bolsa de plástico varios de sus juguetes cogidos al azar o por sus colores plomizos, los envuelve hasta volverlos indefinibles en su envoltorio, su madre pregunta, no entiende bien la respuesta, prefiere seguir concentrada en el televisor, ¡Aquí está! ¡Aquí está! dice sacando el paquete por la puerta, sostenido en su mano para que Sandro, Cesar y Germán lo puedan ver desde el portón, diez metros desde donde él está, ¡Aquí está! les grita agitando el paquete, sacalo de la bolsa le gritan ellos, el no responde, después explicará que no los escucho. Sandro tiene dudas pero hace un pequeño esfuerzo por darle a esa forma indefinible la apariencia del Scout Walker que Fernando le ha jurado que tiene, los demás algo confusos revisan en su mente aquel paquete envuelto en plástico transparente, les parece haber visto además del Scout Walker los colores del traje de un cazarrecompensas,  y así queda sellada la amistad, para cuando Sandro lo invite a jugar a su terraza y le pida que traiga su Scout Walker para jugar a Star War ya no importaran sus  explicaciones.  Antes de esta interrupción espacio temporal, decíamos que la melodía en apariencia inocua remite a un video clip, un One Hit Wonder escuchado hasta el hartazgo pero que a ellos los conectaba con su pasado y con el recuerdo en particular de un personaje mitificado por ambos en sus regresiones al mundo de su adolescencia, un personaje muy parecido al vocalista del grupo que aparecía en el vídeo. David, así se llama o se llamaba pues hasta que no lo encuentren no podrán constatar si esta vivo, y los mas importante si aun conserva su apariencia de Rock Star. Fernando recuerda que por un error que nadie quiso corregir terminaron llamándolo Whan y no A-Ha, por que era más fácil de pronunciar piensa ahora que se ha vuelto más pensante y más tarde cuando Sandro lo devuelva a su casa, escribirá en el Google: vocalista del grupo A-ha y cuando lea Morten Harket reirá sabiendo que hubiese sido imposible llamarlo Morten, pues de Morten no tenia nada pero de A-Ha o de Wham mucho, y él, David, no hacia el ridiculo imitandolo en sus poses o en su manera de vestir, pues era igualito. “Fácil que era Cajacho, dice Sandro porque su hermano, el que era mayor se parecía a Rick Astley jajaja”. Pero nada, no hay rastro de David. Ni en los Facebook de aquellos que pudieron conocerlo. De pronto Sandro evoca un dato transmitido por un pasajero, otro viejo conocido al que recogió en su taxi y reconoció después por el espejo retrovisor, algo, no recuerda bien, pero como que Rick Astley estuvo trabajando en Canadá, en un barco pesquero y que le iba muy bien y que esto y lo otro, pero que hace poco lo vieron manejando un taxi por Zarate. Un Tico. Quizás junto el dinero suficiente y se regreso, igual es un dato difuso, difícil de comprobar. No se acuerda quien se lo dijo. ¿Y David? No se, seguro tambien se fue a Canadá, pero el se amarró con una gringa y se quedó. Huumm, seguro La Fuerza Delta era la Fuerza del Tabaco. Y así quedan, pensando; el recuerdo flotando en la cabina como un pedazo de niebla que luego se disipa cuando adormecidos de estar sentados tanto rato, se bajan a orinar y a estirarse. 

jueves, 29 de septiembre de 2016



                                                ZARATE

Todo empezó con el estruendo de un timbre y la desintegración de un sueño que amenazaba con filtrarse por los folículos vacíos que le iba dejando una trepidante alopecia. Aferrado con todas las uñas para no despertar… Raaang!, un segundo timbrazo volvió a remecer la habitación. Resignado, bajo la escalera puteándo el olvido de no haber desconectado aquel aparato del infierno. La emoción de haber logrado camuflar los veinte metros de cable mellizo por los filos y hendiduras, guiándolo con éxito hasta el interior de su habitación, quedo en el recuerdo. No imaginó que tratándose del único timbre, lo apretaría cualquier imbécil. ¡Mierda! y mientras cerraba su boca rabiosa trago una bocanada de aire podrido. Si le hubiera hecho caso al vendedor pensó, una melodía de caja musical y no el Raaang! monstruoso proveniente de un aparato con formas más industriales que domésticas, lo despertaría cada mañana. No había terminado de sofocarse cuando al cruzar el marco de fierro de la puerta, golpeo su pie derecho. Fue un golpe seco. Directo a la uña del dedo gordo. Aferrado a la puerta, calculo lo idiota que sería tumbársela a patadas. Rebalsado de ira y con lágrimas en los ojos saludo a su amigo quien con la mansedumbre acostumbrada, lo esperaba ojeando a sus aires la sección de espectáculos de un diario de cincuenta centavos. Por un segundo le pareció que el gris desvaído del Hillman se disolvía en la neblina nauseabunda que a esas horas invadía las calles. Pero despegandola de sus ojos, se dio cuenta que solo se trataba de una legaña.


viernes, 29 de julio de 2016



Usted dicta talleres? Nooo, yo no dicto talleres. Yo no uso técnica, yo aprendí así no mas.

Portadas

                                               


Empiezo con esta portada por que me parece la más fea que he visto. Que pasa con los escritores, tanto trabajo para luego abandonar la obra en manos de un diseñador flojo y desinteresado. Cualquiera puede hacer esta portada con una maquina enchufada al internet. Entiendo que pueda haber mucha excitación al ser publicado en una editorial tan importante como PRH. Pero vamos, tanto apuro solo puede llevarnos a realizar un trabajo mediocre. Entiendo el libro como un todo, una totalidad que empieza desde la portada. Acaso no se han dado cuenta que el libro tiene la forma de puerta. Una puerta que nos invita a descubrir una realidad potenciada y complejizada. La obra empieza desde afuera, tapa y contratapa no están excluidas, vamos, no se trata de salir del paso. Cumplimos y punto. Que distintas la portadas de un escritor que es publicado en España, al menos una fotografía cumple el cometido                                                                                                               

cuando la imaginación del diseñador, no da para más. No quiero imaginarme que se trata de dinero. Pienso que la cosa va de apuro y falta de pasión. Planeta en cambio parece que las piensa un poquitin más. Solo hay que mirar las portadas de Los Nuevos Juguetes de la Guerra Fría, La Conciencia del Limite Ultimo, para darse cuenta que la diferencia existe. Que historia hay detrás de esa imagen? En mis años de librero he visto muchos libros discriminados por su portada, pues parecían indicar que el contenido no podía ser mejor. En algunos casos, sin la recomendación oportuna del librero, hubieran caído en el olvido. Recordando estos asuntos, me viene a la memoria una caratula tan fea, o quizá era Kitsch que se convirtió en un objeto de culto para todos los que trabajábamos en la librería. Cada vez que había ocasión, nos referíamos a ella agregándole nuevos detalles. Cada quien tenia una anécdota con ese libro.  Como la vez en que un tipo vino a preguntar por un libro y nos dimos con la sorpresa que el tipo que salía en la portada vestido de bombero era el mismo autor, el mismo tipo que estaba parado frente a nosotros y en que en pleno invierno, vestía una camisa hawaiana que dejaba al descubierto la pelambrera cana de su pecho. 
Personalmente he desahuciado varios libros por ese motivo. Que pasa con los escritores, por que permiten portadas como esta:
                                                      

Cuando esta novela llego a la librería, le rompí el forro al instante. Tranquilos, hago lo mismo con todas las novedades que me interesan, no hago énfasis por ninguna editorial en particular, me encanto por la obra, el autor, la historia. Deseaba leer sus primeras paginas a pesar de la horrible caratula. Acaso no hay sinapsis entre el buen gusto y la inteligencia. Si yo fuera el autor de este libro, y me pasan esta portada, los mando a volar. Acaso no le mandan al autor varias portadas para que elija la que mas le gusta, o es solo un detalle para los consagrados. El editor que debe ser un capo y debe meter las narices en todos los aspectos del proyecto, tiene que hacer su trabajo y evitar que esto sea publicado. En sus inicios, Estruendomudo renovó con sus portadas y no me equivoco si eso también fue un ingrediente para que ese grupo de autores se volvieran conocidos. Al menos eso me paso cuando leí por primera vez a Luis Hernan Castañeda. Había leído algunas reseñas pero cuando vi la portada de su libro, no lo pensé dos veces. Si ya se, no es lo máximo, pero en este caso y en aquella época era la novedad. 


Ustedes pueden hacerlo mejor si no miren las portadas de PRH Argentina: