viernes, 5 de febrero de 2016



No quiero, ni puedo leer No ficción. Solo con acercarme a sus paginas, siento que uno de mis héroes, dejara de serlo. Prefiero recordarlo por aquellas novelas que me deslumbraron: Año 2011: Con el pago de mis vacaciones en el bolsillo, reviso la góndola de libros, Glamourama de Bret Easton Ellis, dentro de la canastilla. Sigo buscando. Quiero llevarme dos novelas. Se escucha el primer perifoneo de cierre. Escojo una de Javier Arevalo, movido por el miedo de encontrar las cajas cerradas. Antes de llegar a la cola, descubro que tiene una falla de impresión; me regreso a cambiarla. Tinta Roja, en una edición de Punto de Lectura. La quería leer desde hace tiempo y me pregunto, ya feliz rumbo a la salida, por que no fue mi primera opción. No se. Son esas cosas que pasan y no sabes por que.

"Nací con tinta en las venas. Eso, al menos, es lo que me gustaría creer. O lo que algunos entusiastas decían de mí cuando mi nombre aún poseía cierta capacidad de convocatoria. Nunca he tenido muy claro qué fluye exactamente por mis venas (mi ex mujer se ha encargado de esparcir el rumor de que no es más que un suero frío y gelatinoso), pero sí estoy convencido de que la tinta fue un factor decisivo en la construcción de mi personalidad, mi vida y mi carrera".

¡Que arranque! esa energía, permanece vibrante en mi memoria. Con Tinta Roja, A.F. dejaba a sus personajes veinteañeros para entrar al mundo adulto, enfrentando a sus críticos, quienes lo consideraban un escritor de relatos adolescentes. Después de leer Tinta Roja, nunca volví a ser el mismo. (Por cierto Glamourama, se me cayo de las manos. Pero me quito el insomnio y pude dormir de largo  nueve horas seguidas.) Quede modificado por completo. Por eso no quiero, ni puedo leer "No ficción" aunque digan que para criticar hay que leer. Pero es que a mí no me interesa criticar, me interesa un rábano si A.F. es gay. El puede hacer lo que quiera con su vida. Pero no con sus lectores. Me alejo de ella, cada vez que asoma esa jerga chilena tan insoportable. Sera que aun sigue latiendo la herida del Perú - Chile. No. El fútbol me hace llorar pero no da para más. "Para Fernando que también va al cine". Así quedo escrito en mi libro "Las películas de mi vida." Después de hacer cola en una FIL. para que A.F. me lo firmara. (Minutos antes, Ivan Thays se acerco a saludarlo Super Tiza. Alberto en cambio, vestia super sencillo: Un saco de paño marrón, polo negro por dentro, jean gastados y zapatos sport.) Ese libro también queda. Por que Alberto Fuguet sera siempre mi héroe, pero no leeré"No ficción." Paso.
A pesar que lo quiero mucho.

miércoles, 6 de enero de 2016


Sorprendido sonrió nervioso a manera de saludo. El volumen de su cuerpo le preocupo. Tras preguntar y quedarse callado por unos minutos, se hallo responsable por haber estado ausente tantos años. Sin embargo, excitado como en otras ocasiones por la alegría de volver a verlo con todas sus extremidades completas, deseo alimentarlo de manera abundante y sin reparos. En su imaginación, el se inflaba como un dibujo animado, hasta convertirse en un robusto bebe. Repaso los minutos que habían transcurrido desde que entro a la pastelería, por si había en sus formas algo turbio o mal intencionado que lo ponga al descubierto. No encontró nada, ademas de su imagen reflejada en los vidrios de la puerta, algo subida de peso para sus ambiciones. "Cuarenta y dos años recién cumplidos, decía, quien puede darse el lujo de tener una barriga tan plana." Habían varios, claro que si, que tenían una barriga verdaderamente plana y musculosa, pero en la frecuencia de la vida en que se encontraba, el era un campeón, Oh! Si!, un campeón a su manera. Snif, snif, huele a cigarro. Julio fumaba con abusiva confianza, no le importaba o no recordaba, _le daba igual_ los consejos dados por este hombre a quien en otro abuso de confianza, llamo "Viejo". Ese detalle debió advertirle que ya no era su muchachito. Disimulo su fastidio enseñándole el paquete que contenía las dos empanadas, una de carne y otra de pollo. Así cruzaron la calle: mirándose  de reojo para sincronizar sus afectos. Al rato, cuando el primer cigarro se apago, volvió a sacar su cajetilla del bolsillo del pantalón; era una cajetilla de seis unidades. Bueno la cosa no estaba tan mal, pensó. Odiaba el humo del cigarro, era insoportable. Hacia varios años que ya no fumaba. Cuando tenia la oportunidad de hablar sobre aquella época, la velocidad de su locución disminuía; su voz adquiría un tono pausado al explicar sin tartamudeo alguno, que lo había dejado sin ayuda. Que simplemente un día se fumo el ultimo cigarro y eso fue todo. Pensaba que su experiencia podía ayudar a los demás. Pero en el círculo de relaciones en que se encontraba, a nadie le interesaba escuchar lo que tenia que decir. Continuaron caminando. El plan era buscar un lugar donde pudieran sentarse a seguir conversando.
                                                        

miércoles, 30 de diciembre de 2015


Unas vibraciones acumuladas en los motores subieron desde el subsuelo en forma de hilo eléctrico y me hicieron temblar. Me mire las zapatillas. Cuando levante la cabeza, Barbara me beso con la intención de dar un espectáculo: el de la verdad del amor, protagonizado por ella conmigo de partenaire. De nuestras bocas abiertas salio un perfume a café y a medialunas de manteca. Fui al baño con la poronga por la nubes y me hice una paja con una mano dormida por el frío, la famosa paja con "mano prestada": excelente. Acabe en un trozo de papel higiénico, lo envolví con un papel mas largo y acerque el bollo a la nariz de Barbara. Lo olio. Olio el río. Volvió a oler el bollo: "Moco?" Se lo acerque un poco mas: "¡Leche! ¡No te lo puedo creer! Sos un enfermo" Toco el papel con la punta de la lengua y lo guardo en la cartera. (pag.24)

domingo, 20 de septiembre de 2015


Cuando trabaje en Atlantic City, teníamos una rutina que realizábamos al ingresar por las mañanas. La llamaban El Drop. Durante la formación nos avisaban quienes eran los seleccionados. Entonces los nombrados subíamos a los vestuarios para cambiarnos el traje por algo mas cómodo. La persona designada como encargada del Drop, nos indicaba la sección que nos correspondía, recordándonos que solo teníamos una hora para terminar el trabajo. La tarea consistía en recoger los depósitos de los tragamonedas repletos de la noche anterior.  Vigilados por el circuito de cámaras, una a una íbamos sacando las cajas con su valioso contenido. La presión del grupo nos obligaba a ser eficientes. Ademas nuestros contratos estaban en constante observación y cualquier error era tomado en cuenta para su renovación. Había que tener cierta habilidad para introducir la llave y extraer con un juego de muñeca, la pesada caja de metal, evitando en todo momento que alguna moneda cayera al suelo.
Yo que siempre andaba desafiante con un libro entre las manos, era visto como un "Raro", y en la formación se rumoreaba que no me iban a renovar el contrato.
El día que fui seleccionado para el Drop, las piernas me temblaban. Cuando me vieron ingresar a la sala, se soltaron los comentarios. Todos coincidan en mi fracaso. En esos momentos, por debajo de mi pellejo recuerdo que circulaba una sensación que amenazaba con dejarme paralizado. Después de escuchar las indicaciones del encargado, me dirigí a mi posición y empece con el Drop. Concentrado en lo que hacia me fui afianzando, y una a una fui sacando las cajas de cada tragamoneda. Mis manos actuaban con tanta soltura, que ni enterado cuando minutos después, sacaba la última caja de la linea de máquinas que me habían asignado. Había transcurrido una hora exacta. De regreso al vestuario, yo iba por delante de la fila enseñando los dientes de contento a todos los que iba encontrando en el camino; atrás mis compañeros, encorvados por el cansancio, me seguían en silencio.


 A veces somo capaces de hacer cosas que nadie se imagina.



                              Abandonarlo todo por la literatura sin culpa ni remordimiento.

martes, 28 de julio de 2015

Mi deseo de hacer las cosas bien se termino en la pagina doscientos de  American Goods, aquella celebre y multipremiada novela de Neil Gaiman. Luis me la recomendó, y yo muy respetuoso y creyente de sus opiniones, la pedí prestada para de una vez por todas darme aquel placer que mi buen amigo, nombrando algunos detalles de la novela me auspiciaba.
Una tarde sentado en el metropolitano, hecho trapo por un día mas de trabajo en la librería, daba lectura al prologo. Entusiasmado por las palabras que N.G escribía sobre su creación, me sentí ya completamente dichoso de la aventura que estaba punto de empezar. 
Para un hombre con responsabilidades múltiples es muy difícil buscarse el tiempo necesario y el lugar adecuado para leer, más que buscarlo hay que inventarselo. Y no es lo mismo leer en el ómnibus, tratando de invocar alguna fuerza sobrenatural que te aísle del ruido de fondo que suele acompañarnos. Desde la música abominable que te destroza los tímpanos por cortesía del chófer, hasta los discursos golosinarios de los vendedores que se despiden mentandote la madre cuando no colaboras con ellos. Pero cuando se quiere se puede y este humilde lector siempre anda fabricándose tiempo para leer, a pesar de cualquier desgracia doméstica o desorden urbano. 
Haciéndome un horario los domingos para poder leer antes que el ruido de la calle trepe por mi ventana y se instale en mi habitación, emprendí la lectura de American Goods. Soy un fanático de la literatura norteamericana por su capacidad para echarle mano tanto a la alta cultura como a la cultura popular, por su lenguaje pirotécnico, por las metáforas alucinantes, por la forma tan propia y única con que describen el mundo. En mi recuerdo aun relampaguean las paginas de En el Camino, El mundo según Garp, Las asombrosas aventuras de Kavalier y Clay, La fortaleza de la soledad, los cuentos de John Cheever, todos ellos brillantes por su erudición y por la textura de su prosa llena de tantas sorpresas que ahora me hacían salibar, cada vez que acariciaba el lomo de A.G. A pesar y eso lo tenia muy claro, que N.G, no es americano. Pero saber que fue uno de los capos que revitalizo el cómic norteamericano, me hizo tragar ansias. En fin solo diré que después de avanzar pagina tras pagina y ver a Sombra deambular junto al señor Wednesday, sin ningún Plum! Crash! y leer ya haciendo un esfuerzo, después de la pagina 200 que seguían deambulando, decidí cerrar el libro. Y ni me importaba la historia, si no la forma de contar, pero por ese frente tampoco se abrían los fuegos.
Neil Gaiman nació en Inglaterra, junto a Alan Moore y Miller fue uno de los renovadores del cómic norteamericano.
Durante un desayuno de trabajo, Harold me recomendó proseguir con mi empresa. Había escuchado mis quejas pacientemente, y con voz calmada me dijo que lo bueno estaba al final, que todas las historias tiene conexión, que no desfallezca. Y Yo que respeto mucho a Harold, por ser mas fotogénico que yo, obediente asentí. 
Pero esta historia no tiene un final feliz, pues como ya les advertí varias lineas arriba, mis ánimos y el entusiasmo insuflado por mi querido Harold solo duro cincuenta paginas mas. Lo siento Neil, pero tu novela es aburrida. Quizás después de la pagina  doscientos ocurra un Plum! o quizás descubran algún meteorito en la carretera, algún ejemplar del Necronomicon en uno de esos hoteluchos donde Sombra y El Sr. Wenesday suele pasar las noches. El caso es que yo que ando tan escaso de tiempo y tan cansado de andar inventándolo, tuve que cerrar el libro y dar por terminada mi empresa.